Debería no reconocerla

Las tardes de lluvia me recuerdan su presencia.
Cierro los ojos y siento su piel.
Debería no recordarla.
Quizá la soñé y habitó sólo mi placer.
Probablemente acaricié su sexo en mis fantasías.

Debería no reconocerla, si la veo por las calles desnuda.
Con sus pezones erectos y sus ansias latentes.
Con sus labios gruesos y su lengua de fuego.
Mucho menos si huelo su aliento cuando se aproxima a mí.

Debería no conocerla, si me susurrara palabras soeces al oído.
Mientras abre sus piernas y sostiene con fuerza mi miembro.
Friccionando sus muslos y dándome calor.

Debería no reconocerla, si se encontraran nuestras miradas.
Con esas pupilas dilatadas de lujuria.
Con ese diablo metido en el alma.
Con esas nalgas suaves que se sincronizan con las mías.

Debería no recordarla en esos días de hastío.
En las madrugadas intensas de fluidos solitarios.
Cuando sus caderas frondosas levantan mis ganas.
Y su venus encendido se monta en mi delirio.

Debería no reconocerla, si la encuentro en ese bar de la esquina.
En esa habitación oscura rodeada de gemidos.
Debería no reconocerla, si mi semilla resbalara por su boca.
Si su muerte y la mía explotaran de noche.
Si su vida se vaciara con la mía.

Debería no reconocerla...