Caliente y obscena como sólo tú puedes ser.
Con tu sangre manchaste las sábanas.
Muestra tangible del dolor.
Gritabas tan fuerte que te cogiera.
Fiel a tus órdenes te penetré.
Levantaste las caderas para sentirme en lo profundo.
Restregué mi falo en tus nalgas y marqué tu piel.
Con mi miembro adentro arqueaste la espalda.
Apoyaste las manos en la almohada.
Toqueteé tus pechos desde atrás.
Empujé mi vientre hacia adelante.
Chocaron nuestros cuerpos y mezclaron su sudor.
Entre jugos y convulsiones cambiamos posiciones.
"Móntame perra y cúbreme con tu fruición".
Tú arriba como tanto te gusta.
Trotaste mi verga como una fiera.
Me gusta sentir tu vulva caliente.
Embúchate de mí.
Hundí mi rostro entre tus pechos.
Mordí tus oscuros pezones.
Lamí tus pequeñas areolas.
Mamé tus abultadas tetas.
Me llevé a la boca tu sabor.
Metiste mi falo entre tus chichis.
Frotaste mi dureza y lo engrosaste.
Sentiste cómo escurría mi calentura.
Y lo enterraste en tu vagina otra vez.
Dijimos palabras soeces mientras copulamos.
Eso nos excitó hasta la perdición.
Entre el manoseo y las embestidas.
Alcanzamos el orgasmo más de una vez.
Esa mañana gozamos.
Regocijamos nuestra carne.
Dimos rienda suelta a la demencia.
Nos arrojamos al vacío.
Juntos rendimos pleitesía a la avidez.
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